Mi madre debe haber sido hermosa. Se notaba aún, a pesar de
los rictus de amargura que se marcaban en su rostro. Hija de buena familia,
joven e inocente, fue atraída por el encanto de mi padre. El era hombre de
experiencia y diez años mayor que ella. Realmente, quedó prendado del candor de
Luisa, y ella capturada por su galanura.
La costumbre imponía un noviazgo de varios años. Pero ellos
decidieron unirse en matrimonio, respaldándose en su mutuo amor. Quizá inconscientes respecto al futuro y guiados por una atracción arrolladora. ¡Así fue!
Y, pese a las no muy claras ocupaciones de mi padre; un buen
mozo buscavidas, hoy aquí y mañana quien sabe donde, se casaron.
El alejamiento familiar, nos dejó privados de tíos y
abuelos, muy resentidos por la actitud de la pareja.
_Arreglaos como podáis- decían
Desafiar las costumbre era cosa seria. Luisa y Juan, fueron
dueños de sus decisiones. Los cinco años siguientes trajeron cinco hijos,
numerosos escapes de mi padre y un permanente decaimiento de mi madre, que
trabajaba de sol a sol.
Tejìa encaje de bolillos, confeccionando mantillas y
puntillas de gran belleza. Con esa actividad
ganaba algunas pesetas para mantenernos pues aparte de eso, no teníamos
un céntimo . Coquetas damas se engalanaban con sus obras. Era trabajo en negro,
por lo tanto escaseaba algunas veces y pasábamos apuros.
Con frecuencia Luisa rezaba junto a la ventana o leía unos
libros tan gastados, que decían a las claras de sus modestas distracciones. Yo
la observaba con ternura. No osaba interrumpir sus momentos de paz.
A pesar de su juventud, su vista disminuía y con frecuencia
la acosaban dolores en el lado derecho que le impedían ingerir bocado. Yo tenía
doce años y cuidaba de mis hermanitos como podía.
¡Pobre madre! Sufría en silencio.
Una tarde. Al volver a casa, la encontré doblada sobre si
misma, gimiendo. Corrí a buscar a Manuela, nuestra vecina de la panadería.
_Tu mamá está muy
mala_ me dijo. La llevaremos al hospital
Entre los dos la ayudamos hasta el coche de Manuela y nos
fuimos dejando a los niños solos. San Bernabé, era el lugar de atención mas
cercano. Quedó internada. La vecina me abrazó . Tomándome de la mano, me
acompañó a casa.
_Cuida a tus hermanos, todos volveremos en la mañana.
Esa noche no pude dormir. Al dìa siguiente, fuimos todos al
hospital. Cuando llegamos a la sala de internación, la enfermera se acercó
solícita.
_Buscáis a la señora Luisa?
_Somos sus hijos.
_Podéis verla un minuto.
Manuela estaba a nuestro lado y nos consoló como pudo cuando escuchamos…
_Peritonitis, no se pudo detener la infección.
Nos quedamos llorando…
Madre, había muerto.
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